
La libertad religiosa es el derecho a tener, mantener o a cambiar de creencia espiritual, pudiendo ser ésta expresada libremente tanto en privado, como en público, individual o colectivamente, sin forzar la conciencia de la persona y sin que le suponga discriminación de ningún tipo. Es un derecho promulgado y avalado por la comunidad internacional desarrollada, pero curiosamente no defendido.
El artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos lo refleja de manera clara y contundente: "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia".
Benedicto XVI nos recordaba que, "el derecho a la libertad religiosa se funda en la misma dignidad de la persona humana"
Dejemos algunos datos de lo que está ocurriendo en nuestros días, sin que los poderes mediáticos informativos se hagan eco de estos:
- El cristianismo es la religión más perseguida del planeta.
- El 75% de los cristianos sufren por causa de su fe
- 200 millones de cristianos son perseguidos a causa de su fe
- 1 de cada 10 cristianos vive en un ambiente político, social o religioso, que por el mero hecho de ser cristiano es objeto de discriminación
¿Qué sociedad es la que estamos fomentando? ¿Que sociedad estamos creando que bajo el baluarte de la libertad, el derecho y el bienestar, nos permite enmascarar las bajezas más ruines del ser humano?
Ante la inoperancia de nuestros gobernantes, el silencio cobarde de los medios de comunicación y de la sociedad internacional en general, nos queda la principal herramienta que nos recuerda el Papa Francisco, la oración.
¿Cuántos de ustedes están orando por los cristianos que son perseguidos? (Papa Francisco)
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